Cecilia Crespo: Interviú a Mario Coyula / La arquitectura cubana fue secuestrada por los constructores

Arquitectura | Artes visuales | 20 de marzo de 2014
©Mario Coyula intervenido / Internet

Toda conversación con Mario Coyula queda mutada irremediablemente en una estupenda clase de urbanismo, diseño, estilo y buen gusto. Ese que al decir del multilaureado arquitecto, han perdido los cubanos en lo que a materia constructiva se refiere. El también crítico y profesor universitario es un apasionado de La Habana, especialmente de su Vedado natal, el que según cuenta “se sigue viendo bien a pesar de que le han tirado a matar”. Se emociona cuando comparte sus experiencias en la preservación  de la urbe y cuando habla de la arquitectura moderna que mira a los clásicos, del art decó y de la importancia de razonar y sentir las estructuras. 

¿Qué opinión le merece el mercado inmobiliario y de bienes raíces en la Cuba de hoy?

Es un campo aun muy nuevo en nuestro país. Estuvo limitado durante muchos años al sector extranjero con la particularidad que eran edificaciones nuevas para alquilar apartamentos. Inicialmente se concibieron para vender pero se quedaron solo para alquilar, lo que en mi opinión fastidió el negocio, porque la mayor parte de la gente quiere comprar en vez de alquilar. Lo otro perjudicial que le encontré  fue que se limitaba solo a edificios nuevos en zonas relativas nuevas de la ciudad y no a zonas que se identifican con ella, por lo tanto tenían poco impacto en las urbes desperdiciándose la oportunidad que ofrecían algunos extranjeros de comprar una casa ruinosa y restaurarla con lo cual se resolvían dos problemas, entraba el dinero y se salvaba parte de la ciudad. Esas son las limitaciones que le vi a ese mercado. La mayor parte de edificaciones que se hicieron arquitectónicamente no aportan nada, tienen poca calidad y no poseen ni experimentación, ni búsqueda creativa, ni un buen diseño, ni arquitectura de autor. Fue un campo que pudo ayudar a mejorar la imagen de la arquitectura cubana pero no lo hizo. Se copia lo peor en vez de lo mejor, es un problema de un mal gusto generalizado que toca todos los sectores de la población.Tiene su explicación. Se debe a lo rápido que se eliminó la clase alta en Cuba y entonces ocuparon su lugar los llamados nuevos ricos que muchos tienen un gusto espantoso y poseen una imagen de éxito equivocada, están influidos de las novelas latinoamericanas, lo que llegaba también a las inmobiliarias extranjeras. Gran parte de la culpa de esta deformación estética viene dada por la falta de concursos que existen, pues la gente no tiene la oportunidad de apreciar nada mejor y siempre repite los mismos errores.

¿Cómo valora la ley de compraventa y su  impacto en la arquitectura del país?

Empezaré por los beneficios. Creo que traerá un buen cuidado del fondo de viviendas del país, que se va a ver sobretodo en las zonas que fueron buenas porque las deficientes no se venden. Las malas viviendas se mantienen por esfuerzos de los pobladores que quizás construyeron sus propias casas. Estas son fáciles de reparar como también fue simple su construcción. Las restauraciones difíciles son las que enfrentan los pobladores de edificios multifamiliares que pueden arreglar dentro de sus viviendas pero la parte de afuera no.

El problema de que uno es dueño de su apartamento pero no existe dueño del edificio, lo cual debe resolverse porque si no, nos quedamos sin nada, en especial sin La Habana donde se atesoran los mejores edificios del país. Esta ley estimula a que la gente cuide sus buenas propiedades y tienen una consecuencia desde el punto de vista social muy peligrosa y es que se van a ir acentuando cada vez más las clases sociales,  las zonas del sur y del norte, la de los ricos y los pobres, la de los compradores y de los que vendieron sus buenos inmuebles y se fueron para debajo de una piedra por necesitar el dinero.

¿Por qué afirma que existe un mal gusto generalizado en la sociedad cubana contemporánea?

Hay un mal gusto generalizado que se aprecia en la imagen de la arquitectura del país. Hace unos años preparé las regulaciones de pintura para la ciudad, pero fue en vano porque tanto el estado como los particulares no hacen caso a nada. Creo que la solución es que se dejen de fabricar  aquellos colores. O se racionalicen por receta médica. Los pintores son los que deciden, mientras más colores den más le pagan, entonces les conviene, es como si el enfermero decidiera en el hospital cómo operar.

Hay una confusión muy grande al respecto con La Habana, por ejemplo. La capital desde su fundación nunca fue, debido a su estilo, una ciudad ni colorida ni caribeña. Esta ciudad primero fue española, luego quiso ser francesa, luego estadounidense, quiso ser blanca, porque dentro de esto también hay un componente racial, no miraba ni para Haití ni para Santo Domingo. Ahora está colonizada por los orientales (refiriéndose a las personas que viven en las provincias del Oriente de Cuba) que sin son caribeños y están acostumbrados a los colorines que se ven bien en determinadas arquitecturas pero no en las neoclásicas de la capital. La gente tiene una rara puntería para copiar lo malo en vez de lo bueno.

¿Qué es lo cubano en materia arquitectónica?

Creo que hay un gran mito que hay que debatir a fondo al respecto porque hay muchas personas  metidas consciente o inconscientemente en ese enredo. Buscar  la cubanía a propósito puede ser muy peligroso. Creo que la cubanía, en cualquier expresión o manifestación emerge sola, inevitable o naturalmente cuando se le da una solución correcta teniendo en cuenta el clima, las tradiciones, el espíritu del lugar y los pobladores. Pero  si lo buscas puede entonces salirte un bodrio, como ha estado sucediendo, como la arquitectura turística con arquitos, vitralitos, tejitas y balaustres de delfines y mujercitas curvilíneas. Esa es una falsa cubanía lo que ocurre también con nuestro folclore que cuando es auténtico a veces es indigerible porque representa atraso, aislamiento, miseria, marginalidad y machismo, pero si se matiza para ser mas potable deja de ser original y es una falsificación lo que ha sucedido en tema de arquitectura. Para mí, en resumen, lo cubano es lo que hacen los cubanos, para cubanos y que resuelvan los problemas prácticos, funcionales y por supuesto de clima, que ya ofrece el componente cubano. Muchos arquitectos de los años cincuenta se propusieron esto como Mario Romañach  que hicieron inmuebles contemporáneos pero a la vez  muy cubanos.

¿Cómo ve al binomio diseñador- arquitecto?

Se trabaja de adentro para afuera y de afuera para dentro al mismo tiempo. Siempre la arquitectura le ha dado la importancia que merece al diseño y hoy día más. El diseñador interviene también en los carteles, vallas, cuando arreglamos la esquina de 23 y 12, por ejemplo, fue de gran importancia el trabajo de los diseñadores para los carteles, lo que también ocurre con los artistas plásticos, aunque en menor número. Esto se ve con mayor frecuencia en los hoteles, aunque no siempre son felices los resultados.

El auge del cuentapropismo en Cuba ha traído a cada barrio, a cada cuadra, un negocio. ¿Qué opina de la imagen de estos espacios que se han creado en el país?

Creo que en su gran mayoría son estéticamente deficientes, por suerte no son muy grandes y dañan relativamente poco, por suerte también están hecho con muy mala calidad por tanto son efímeros y a la hora de desmontarlos no dejarán secuelas. Son malos porque no hay un control, es criminal que carezcan de un buen diseño, porque hasta el negocito más simple debe tener armonía y ser agradable a la vista. La única razón por la que no la tienen es porque a los arquitectos no los dejan ejercer su profesión y ofrecer sus conocimientos privadamente. Ningún profesional universitario está autorizado por el gobierno a trabajar por cuenta propia en su rama. Yo puedo trabajar de taxista y  vender dulces particularmente pero nunca como arquitecto. Si voy a construirme una casa tampoco puedo ejercer como arquitecto, lo que es el colmo.

Sin embargo, existe el arquitecto de la comunidad…

Empezando que la mayoría no son ni arquitectos, son ingenieros civiles que no están capacitados y están metalizados. Esto de los arquitectos de la comunidad fue una idea genial, muy buena que se maleó con el tiempo. Hoy día se han burocratizado y solo se dedican a llenar planillas para los trámites de permutas, lo que es absurdo.

Entonces, ¿a dónde deben dirigirse quienes quieran construir un inmueble en Cuba?

No existe ningún asesoramiento para la persona que quiera construir una casa o un inmueble para un negocio. Si decide contratar una empresa proyectista o constructora estatal entonces lo rechazan argumentando que ellos solo ejecutan los grandes proyectos y que no están para perder el tiempo con esas tonterías. Entones el albañil y el dueño son los que diseñan las estructuras, hacen los cálculos y ejecutan el proyecto. Hay una cantidad de arquitectos retirados que bien podrían hacer estas funciones y les vendría muy bien ser remunerados por esto. No es solo hacer el proyecto sino darle seguimiento a la obra para saber si se cumplió lo bosquejado. Todos estos mecanismos existían en los ochenta y desaparecieron con el período especial. Hoy día es muy complicado.

¿Que sugiere para revertir esta situación?

Estas cosas no eran del capitalismo y no veo por qué no puede recuperarse lo que se hacía. Es difícil porque los mejores técnicos con los que contábamos en estas oficinas se han ido a trabajar al turismo donde ganan más. Quien revisa debe saber más que el revisado, por lo que deben ser excelentes profesionales. La solución más sabia es que  los proyectos de envergadura sean revisados por una comisión. No se debió perder, pero hay que rescatarlo.

¿Cómo cree que sobreviviría la arquitectura cubana en los próximos años?

Te pongo de ejemplo a la capital que está muy afectada. Está amenazada la ciudad por un progresivo y alarmante deterioro, hay zonas que ya no tienen solución por lo que se debe tratar de que lo que se ponga en el lugar de lo que desaparece al menos encaje con la arquitectura del sitio y no rompa con la coherencia. Hay que enfrentar el problema principal: la falta de capital y todo esto requiere dinero. El que tiene un poco más de recursos tiene un pésimo gusto, lo que es complicado. Creo que hay que promover mediante concurso obras de buena calidad, de buenos diseños para que la gente vea y compare que existen obras de innegables valores estéticos y pueden enriquecer nuestra arquitectura. Hay que darle nuevamente un valor cultural a la arquitectura porque esta fue secuestrada por los constructores y dejó de ser cultura para convertirse en construcción. Hay que salvarla para las futuras generaciones.

Publicación fuente ‘OnCuba’.