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[…] La noria, es decir, la mejor revista literaria cubana, está en peligro de extinción. Tal vez porque no muestra la cara sonrosada de la cultura nacional. O porque no es una revista habanera, correctora de clase, pegada en sí misma, concentrada en ambientes urbanos, algo miedosa y renqueante. Atención: hay riesgo de que, con la actualización del modelo económico cubano, desaparezca La noria. Porque, se sabe: dicha actualización —en la discoteca de la cultura— convertirá nuestros poetas en disc-jockeys. Así, dentro de poco, tendremos empresas narrativas, cooperativas poéticas, dramaturgos por cuenta propia. Literatura nasal. Así, la actualización del modelo económico puede ser una excusa para formatear el disco duro del Instituto Cubano del Libro (ICL) y sacar la “basura” a la calle y pensar que solo por un rato, la casa está algo limpia. El reajuste les hará la vida más fácil a los poetas de karaoke, a los pinchadiscos, pero no cambiará nada sustancial. Porque, a fin de cuentas, en Cuba se puede inaugurar un estudio-galería, un bar, una cafetería, un gimnasio, una clínica de celular, un acuario, una trasquiladora, una desmochadora de palmas, una carbonera, un establo…, pero no una editorial. Como si alguien temiera que la presencia incontrolada de una literatura no estatal en librerías, te empujara de forma implacable a abandonar tu pasión por la idiotez. […]
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