La obra de Glexis Novoa irrumpió en La Habana en la segunda mitad de los años 1980. Continuación y giro de tuerca radical al movimiento de renacimiento cubano que convulsionó la escena artística local a principios de la década con Volumen I, la irreverente propuesta de esta nueva oleada de artistas que preferían la calle a las galerías, y el performance como mecanismo idóneo de intervención social. Para seguir leyendo…
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