Fernando Pérez merece cuantas preguntas difíciles uno quiera. Sus películas, siempre profundas y nunca aburridas, demuestran la capacidad intelectual y cinematográfica, y cierta inconformidad social, suficientes como para tomar muy en serio al hombre delgado y sencillo en vestuario y trato. El cineasta no tiene pose de artista ni de figura empinada, por mucho que tenga derecho a ambas cosas, y trata con amabilidad a la prensa y al público. Para seguir leyendo…
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