Pandillero universitario como fue antes de decidirse por el comando y la guerrilla, Fidel Castro comprendió muy bien la violencia existente en la historia republicana cubana desde, al menos, los años treinta del siglo pasado. De modo que sus guerras extranjeras, abiertas o encubiertas, no solo obedecieron a una ambición cesárea, sino que le sirvieron de válvula de escape: canalizaban aquella violencia, le daban curso fuera del país y la regaban por el mundo. Ambos Castro han trabajado con un modelo de universo en el cual, cuando la violencia parece disminuir o desaparecer, es porque se desplaza. Para seguir leyendo…
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Execelente artículo, muy recomendable