No hay dudas del temprano oportunismo de Carpentier, aunque ello no lo exime de otras lecturas fallidas, incluso entre las menos ideológicas. Pero aquí se comporta a la altura de Marinello, ese falso amante de la ópera rusa, ese bastardo de la música, según apunta, malevolente, en alguna página de su recién rescatado Diario (1951-1957). 😉 Para seguir leyendo…
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