Como Henry James o Jane Austen, Vladimir Nabokov o Scott Fitzgerald, leídos por Azar Nafisi en el Teherán de los ayatolas, Hannah Arendt sigue siendo una autora subversiva en Cuba. Prueba de ello es que el gobierno cubano, que ha abierto una causa judicial contra Tania Bruguera y le niega salir del país —poniendo en entredicho su propia apertura migratoria— ha impedido que un grupo de vecinos de la Habana vieja escuche la lectura en voz alta de Los orígenes del totalitarismo en pleno siglo XXI. Aquel “designio” totalitario, que denunciara la autora de La condición humana, a mediados del siglo XX, sigue vivo en Cuba. El performance de Tania Bruguera y, sobre todo, su interdicción oficial, lo han confirmado. Para seguir leyendo…
Responder