La vida en el campo era ya imposible. La gente andaba hambrienta y casi desnuda. Todos venían hacia nuestra casa; cocinábamos dos latas de boniato, pero esto era insuficiente. Nos comían las gallinas, los cerdos y hasta los terneros. De noche, nos invadían los perros de los contornos; llegaron a comerse un ternero en el corral de las vacas. Los gatos se tomaban la leche depositada en la canoa del queso. Ni matándolos nos librábamos de estos animales.Para seguir leyendo…
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