Aunque fuera de Cuba algunos se arriesgan a suponer que entre un 70 u 80 por ciento de la economía cubana está en manos de los militares, nadie que no tenga acceso a los informes secretos del Estado sabe con exactitud cuántas empresas, con sede en territorio nacional y disfrazadas de civiles, tributan directamente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y al Ministerio del Interior (MININT), ni cuántas de las compañías registradas fuera de la isla por ciudadanos extranjeros vinculados a los gobernantes cubanos, ya sea por lazos afectivos o familiares, son la fachada de una amplia red financiera para satisfacer los antojos y los excesos de una “dinastía de izquierda” que se niega a traspasar el poder. Para seguir leyendo…
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