Padilla es mucho más que el objeto de un caso de censura: se trata de un estupendo poeta que había hecho de la provocación su arma para el ejercicio del pensamiento, dentro del cual era uno de sus principales impulsores. Así parece haberlo asumido desde los días en que empezaba a ejercer el periodismo. Desde entonces se comportaba como un rebelde imberbe y, muchas veces, como él mismo se definiera con sarcasmo, como “un terrorista con apariencia de letrado”. Para seguir leyendo…
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