Leibovitz importa a una mestiza para ser retratada en el hábitat de interiores habaneros. Se trata de un hecho artístico de capital importancia: anuncia que la mulata criolla ha corrido su curso, que ha dejado de deslumbrar, que su hermosura sórdida no pasó de ser una moda, y que en la etapa de renormalización se hace necesario un tipo de negra más depurado y objetificado. (Es el mismo mecanismo hollywoodense que transformó al sueco Warner Oland en el personaje oriental de Charlie Chan). Si Rihanna reinterpreta a la jinetera, Cuba vuelve a ser un bayú del aire para los lectores de Vanity fair. Para seguir leyendo…
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