Cuba ya no es el prostíbulo de Estados Unidos, pero sí uno de los destinos del turismo sexual de Canadá y varios países europeos, entre ellos España. En un país en el que la prostitución no es delito, el problema se agrava cuando menores de edad se ven abocados a vender su cuerpo –a menudo con el consentimiento de sus padres- para comprar ropa o alimentos, establecerse en la capital o emigrar al extranjero. La prostitución infantil ha aumentado en la isla a la misma velocidad que lo han hecho la pobreza y el turismo, en un marco de pérdida de valores y legislación «poco enérgica» al atacar este problema. Para seguir leyendo…
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