No puede existir una “ostalgie” cubana porque la ostalgie no es una dimensión concreta histórica, sino una práctica ideológica que se origina de esos mismos países que no pudieron dar cuenta de su pasado. Una forma de complicidad con el olvido, diría Boris Groys. La ostalgie marca su “regreso” como forma de fantasmatizar aquello que no ha podido ser, como dirían los lacanianos, en la estructura simbólica de lo político. Esto es, a falta del signo post-comunista, aparece el fantasma de la ostalgie. Justo en ese punto yo marcaría la diferencia entre el post-comunismo y la ostalgie. Para seguir leyendo…
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