En una galería de La Habana, instalaron hace años un faro tumbado en el suelo. El día de la inauguración, la red de museos Tate lo compró en un visto y no visto. «El faro tumbado aludía a la ansiedad de tumbar el poder, buscábamos un objeto poderoso para que fuese aplastado como el gigante Gulliver atado por los enanitos, y optamos por el faro, que medía 12 metros, y mantenía la luz encendida», recuerda Marco. Preguntado sobre cómo va la apertura de Cuba, contesta con el siguiente interrogante: «¿Hay apertura en Cuba? Ya me mosquea pensar que cuando vaya no me podré conectar a internet cuando quiera». Para seguir leyendo…
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