Casi justo un año después de ese incidente, le caía a La Habana, pareciera que regalado, el misil con tecnología militar estadounidense que haría salivar a cualquier antagonista de Estados Unidos. Uno de los principales obstáculos en los esfuerzos norteamericanos por recuperar su misil es que, pese a la incipiente normalización de relaciones, que llevó a la reapertura de embajadas en Washington y La Habana el año pasado, salvo para temas relacionados con la base de Guantánamo, la cooperación militar con Cuba es, en palabras del jefe de Southcom Kelly, “cero”. Para seguir leyendo…
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