Armando de Armas: Interviú a Juan Abreu & Luis Thonis / ‘Cuando los libros de Arenas se publiquen en Cuba, entonces algo habrá cambiado’

Archivo | Autores | Memoria | 13 de abril de 2016
©Detalle de la portada de A la sombra del mar. Jornadas cubanas con Reinaldo Arenas

Editores Argentinos tiene ya en imprenta A la sombra del mar. Jornadas cubanas con Reinaldo Arenas, del escritor cubano exiliado Juan Abreu. La editorial anuncia que también publicará próximamente sus memorias tituladas Debajo de la mesa.

Editado originalmente en 1998, el libro es un importante testimonio de la represión sufrida por los escritores insumisos en la isla, que viene a cobrar actualidad dado los desaforados intentos por reescribir la historia cultural cubana acorde con la conveniencia de los compases políticos de los nuevos tiempos que procuran unos cambios, que llaman históricos, sin que en verdad nada cambie.

El libro que ahora se reedita en Argentina resulta la memoria de la época isleña de Abreu y especialmente de su gran amistad con el escritor maldito, y maldecido, Reinaldo Arenas.

Residente en Barcelona, Abreu escapó de la isla en 1980 por el Mariel y vivió en Miami por varios años. Entre otros, ha publicado: Garbageland (2001), Gimnasio: emanaciones de una rutina (2002), Orlan Veinticinco (2003), Accidente (2004), Cinco cervezas (2005) y Diosa (2006). Como pintor, Abreu tiene varias de sus obras figurando en prestigiosas colecciones de museos en Estados Unidos.

El autor aseguró a Martí Noticias que A la sombra del mar… «es un testimonio de primera mano de la salvaje persecución a la que el régimen de los hermanos Castro sometió a uno de los más grandes escritores que ha dado Cuba, Reinaldo Arenas. De ahí su importancia. Si en algo ha tenido éxito la dictadura castrista es en borrar la historia de sus desmanes y en reescribir la historia de los últimos 50 años en la isla. Este libro lo impide, en su humilde medida, y eso para mí es motivo de gran satisfacción.

La mayor tarea a la que nos enfrentamos los cubanos libres es a la tarea de no olvidar. No podemos permitirnos olvidar. Perdonar y pasar página está muy bien, pero después de terminada la dictadura, no antes, y siempre proyectando una luz civilizada pero firme, sobre la historia del castrismo que es una historia de crímenes, falta de libertades y envilecimiento».

Abreu apunta que ha tenido la oportunidad de revisar esta cuidada edición de Editores Argentinos, y que la considera definitiva:

«Es un libro que quiero mucho y al que estoy muy unido emocionalmente. Cuando se publiquen en Cuba los libros de Reinaldo Arenas, y ¿por qué no?, libros como A la sombra del mar, entonces podremos decir que las cosas están cambiando en Cuba.

Ya sé que está de moda hablar de los cambios en la isla, y de las supuestas aperturas que allí acontecen; pero sin libertad no hay cambios verdaderos. Al menos para mí. Yo no me fui de Cuba porque no hubiera comida, sino porque no había libertad».

El escritor argentino Luis Thonis es uno de los autores de la editorial que ahora publica a Abreu y, además, un admirador y estudioso de la literatura cubana. Thonis ha publicado Siglo de manos (I987), Eunoe (1991), de poesía; y Cuerpos inéditos, relatos y poemas, 1995; Estado y ficción en Juan B. Alberdi, ensayo, 2000, No vienen avispas, poesía, 2012, Milagro infame, relatos, 2012, Viento Agrio, novela, 2014, y recientemente Micoficciones, relatos, 2016. Escribió ensayos para diversas revistas y sus reflexiones se encuentran en el blog Libros peligrosos.

Con motivo de la publicación en Argentina de A la sombra del mar, Thonis concedió la siguiente entrevista en exclusiva a Martí Noticias.

¿Se conoce en Argentina la literatura de escritores cubanos del exilio, digamos, de Guillermo Cabrera Infante, Zoé Valdés, Reinaldo Arenas, Lino Novas Calvo o Juan Abreu?

En la Argentina no hay muchos lectores individuales. Se podría decir que la lectura es grupal: un autor nuevo comienza a ser leído y si es publicado en revistas o suplementos literarios puede convertirse en muy leído y hasta una celebridad. Cuantitativamente creo que la más leída es Zoé Valdés que conozco por su labor periodística. Arenas y Abreu tienen lectores individuales. Arenas es un hueso duro de roer porque tiene una dimensión universal: leer Antes que anochezca –que sucede en unos de los campos de detención descritos por Armando Valladares– o el Color del verano, una versión satírica del mismo tema que presenta a la isla como un vasto gulag, afecta directamente a la idolatría de la revolución cubana que en la Argentina es sostenida por décadas. Y Abreu en Cinco cervezas escribe un libro sobre lo que es el “ciudadano” cubano actual, apenas si un guiñapo aplastado por la Seguridad del Estado. Estas novelas exceden lo ideológico y dan cuenta del sujeto espectral que produjo la dictadura castrista donde se ha perdido toda noción de libertad. Abreu presenta al verdadero Che, destroza la imagen del Che que ha sido un culto en la Argentina pero como Arenas también es implacable con cierto tipo de cubanos que viven en Miami y se vuelven cholulos (una mezcla de ingenuo y estúpido) norteamericanos sin dejar de ser castristas y la resultante es un engendro grotesco.

¿Piensa que la publicación por Editores Argentinos de A la sombra del mar: Jornadas cubanas con Reinado Arenas, arroja luz sobre esos escritores isleños que se han visto obligados a crear en las siempre difíciles circunstancias del exilio?

Seguramente sí. No puedo responder por la cultura argentina que está embrutecida por la ideología. Cuando vino la democracia en 1983 con otros dos amigos planteábamos que era hora de hablar del destino de la revolución cubana. Ni siquiera contaba la complicidad de Castro con la dictadura argentina que traicionó a los que dieron la vida por él, que evidenciaba el abrazo final de Castro con el canciller argentino Costa Méndez luego de Malvinas. ¿Dónde está la oposición en Cuba? , se preguntaba el gran pensador de izquierda Claude Lefort. Y concluía que había sido exterminada. Tampoco Lefort ni (Cornelius) Castoriadis, que consideraba el marxismo leninismo la ideología más criminal de la historia, eran leídos. Yo quise escribir sobre Retrato de Familia con Fidel de Carlos Franqui y me dijeron no hay que ser gusano, para intimidarme. El culto a Cuba como un país como un paraíso de derechos humanos a partir de cierto momento fue un negocio sórdido que suponía viajar a la isla, recibir becas de universidades yanquis y tener prestigio de bienpensante. Las mismas Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto desfilaron ante Castro que nunca violó derechos humanos, pese a que sus víctimas superan las ciento cincuenta mil. Tomando su propio lenguaje, serían cómplices de genocidio.

¿Por qué piensa que los escritores exiliados de dictaduras de derecha suelen ser vistos con una simpatía que se les niega a escritores exiliados de dictaduras de izquierda?

A un escritor sólo debería exigírsele la entrega a su obra, de hecho es algo que el escritor desea, sin que le pidan opiniones políticas, si no se hubiera dedicado a ella. Pero resulta que la política en su peor versión se mete con los escritores. Los cubanos exiliados son por su propia existencia “objeciones” a un supuesto discurso de la Historia. Pero hay otras historias: son perseguidos en el interior de los sistemas totalitarios y repudiados desde afuera. Basta ver la recepción que tuvo Arthur Koestler en París por parte de Sartre y Beavouir: la difamación por traer malas noticias de la Historia. Lo mismo escritores cubanos en las universidades yanquis de humanidades que son estalinistas y recibían con laureles a charlatanes tercermundistas- no pocos argentinos- y no lo dejaron enseñar a un Lorenzo García Vega que tuvo que ganarse la vida en un supermercado. Cuando vino la democracia en el 83 la universidad se organizó a imagen y semejanza de las universidades norteamericanas y no se dio a leer un solo libro que valga la pena, algo que posteriormente dará lugar al kirchnerismo que siguió hasta que pudo la línea del castrismo venezolano. Ilustres profesoras aquí todavía dicen que el comunismo educó a los pueblos del Este, pasando por alto a las Stasi. Y no se leyó a Simón Leys que dijo que el totalitarismo es la negación de la historia.

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Publicación fuente ‘Martí Noticias’, 2016