El desfile de Chanel tuvo lugar en una Habana sin cubanos, una ciudad de utilería que quienes toman las decisiones en Cuba pusieron a disposición del gremio de la moda mundial. Sin consultas ni avisos, con el poder de decidir y de actuar de quienes se saben dueños. Ninguno de ellos ha vestido, en mucho tiempo, el uniforme verdeolivo, y si alguna vez se deciden a usar la boina del “guerrillero heroico” será porque ahora tiene el sello de Chanel. Para seguir leyendo…
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