Cuando abandoné mi trabajo como soldador para dedicarme a la fotografía a tiempo completo en el estudio de un amigo, a principios del Período Especial, no sabía que iba a llegar el punto en que también tendría que abandonar la fotografía. Parte de mi primer entrenamiento como fotógrafo fueron esos cumpleaños, bodas y demás festividades que capturé con mi cámara, y que me ayudaron a sostener a la familia. Pero con el paso del tiempo y al acrecentarse los problemas económicos, el cubano dejó de retratarse. Y cuando se me acabaron los rollos vencidos con los que trabajaba, tuve que retomar a mi antiguo oficio. Para seguir leyendo…
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