Siempre se ha dicho que fue batistiano, pero una lectura atenta de sus artículos en Diario de la Marina, en los 50, obliga a matizar el juicio. En su “Despedida de los lectores”, de abril del 59, definía su ideología como “conservadora” –inusual honestidad en América Latina- y rechazaba la “censura, el crimen y la violencia” de los últimos años de Batista, cuyo régimen no dudaba en llamar “dictadura que cometió terribles errores y tantos horrores”. Pero descreía de la Revolución por su absolutismo: “las revoluciones quieren hacer por decreto que en un instante se precipite el progreso, y nazca el hombre nuevo y surja por encanto la ciudad soñada”. Para seguir leyendo…
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