Pedro Marqués de Armas: El mayor vejamen

Artes visuales | Autores | 13 de enero de 2017

El perro de Goya es, para empezar, un perro inaudible. Sus alaridos se apagan en esos niveles de barro o arena, lo mismo que si le dieran con una llave picoloro. Ese grito es, además, impresentable. Su silencio deserta incluso a la música; ni la Nada, ni el desierto, pueden contenerlo. Perro así, pare al mundo de nuevo y dignifica, incluso, sus desechos. Para seguir leyendo…