Con su última novela, La fiesta de la insignificancia, demuestra que a sus 85 años, mantiene intacta su visión de la vida, que temáticamente no se ha vuelto complaciente y que aún no se ha podido zafar de los demonios que han alimentado su obra. El peso del poder que quizá por su culpa arruinó la vida de un conocido, que después golpeó la suya y que afecta a sus personajes, lo sigue cargando trabajosamente sobre sus hombros. Para seguir leyendo…
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