La actual Constitución es viejísima, no porque date de 1976 o 1992, sino porque se basa en el modelo de la constitución estalinista de 1936 en la URSS. Ninguna de las reformas raulistas de importancia –el trabajo por cuenta propia, las tierras en usufructo, el mercado inmobiliario, gastronómico, de transporte o de otros servicios, la inversión extranjera directa, la nueva Ley Migratoria…– ha sido recogida en la Constitución. Además, hay instituciones y leyes en esa Constitución que han sido rebasadas por la realidad en la última década. No sería fantasioso esperar que cuando comience a reformarse lo mucho que hay que reformar de esa Constitución se plantee una ampliación de derechos civiles y políticos y un rediseño institucional. Para seguir leyendo…
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