Coyula se acoge al método de esa gran cineasta que fue Antonia Eiriz, debido a que en sus lienzos la debacle política está expresada en términos inequívocos. El arte de Eiriz es la primera instancia de agitación y propaganda, de Sturm und Drang contrarrevolucionario. Allí aparece primero la representación del micrófono como instrumento de tortura. La Revolución es el ángelus, la hora de la encarnación malévola; Fidel es el Ángel Exterminador, que visita a la costurera en su mesa de ediciones. Debemos regresar, retrotraernos a Antonia Eiriz, porque en el catálogo de la imaginería latinoamericana no existe otro ejemplo de duda y de noche oscura del alma. Para seguir leyendo…
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