El triunfo de la Revolución Cubana produjo un drástico cambio en los discursos estéticos que habían contribuido a legitimar la abstracción. Las demandas de un arte comprometido con el presente revolucionario, unidas a las presiones que ejercieron los marxistas ortodoxos por imponer un realismo social, hicieron que las tendencias no figurativas quedasen un tanto al margen de la política cultural implementada por el Gobierno. Para seguir leyendo…
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