Han pasado 17 años desde que se inoculó el virus para evitar el acoso policial. «Conseguí un amigo que me dio la sangre, yo mismo se la extraje y me la puse». El pelo largo, los aretes y tatuajes amortiguan sus 42 años. Gerson vive en lo que queda del sanatorio de Pinar del Río, en el oeste de Cuba, donde fue internado. Para seguir leyendo…
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