Buena conversa sobre uno de los mejores cortos (personaje incluido) de Nicolás Guillén Landrián: «Le doy gracias a Dios por encontrarme aquí con ustedes, y le doy las gracias también a Dios, porque fue un propósito suyo que Guillén Landrián, viviendo en La Habana, muy lejos, se trasladara hacia Baracoa buscando de qué hacer una película y nos hayamos encontrado. Yo vivía muy al centro del Toa, y ese día venía bajando en una balsa cargada de malanga desde un centro de acopio. En ese charco donde ustedes ven que finaliza el documental, por ahí yo iba bajando, cuando venía Landrián subiendo en una cayuca. La opinión de él fue que vio a un indio en una balsa bajando con la vara esa. Me mandó a atracar, y me preguntó “¿Cómo usted se llama?”, le digo “Ociel”, y entonces él dice: “Ah, Ociel del Toa”. 😉
Responder