Carlos Garaicoa construye escenarios relacionados con el poder y la política en los que la ausencia de individuos es notoria. Ese hombrecito de madera antes mencionado representa la misma alma con forma humana que aparece en Limpio, brillante, inútil (2017), título de sus vallas publicitarias, aquí presentes, de cinco metros de altura; una situada a la entrada del museo y otra en el vestíbulo. Carteles de prismas giratorios -a modo de propaganda estética- del espacio público, arrasado por el control de la información bajo una dictadura. Para seguir leyendo…
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