Con Severo Sarduy, finalmente, salimos a descubrir, y nos sorprendimos con el secreto. El mayor de ellos posiblemente sea el de su expresión. Así es que exploramos el silencio conscientemente, y en los más diversos sentidos. Después de inquietarnos por desconocer a un hombre importante, nacido unos años antes que nosotros en la ciudad donde vivimos, la primera pregunta (tal vez ingenua) fue por qué no regresó a Cuba ni siquiera temporalmente. De manera que esta historia sigue el rumbo de una vida ejemplar, y que perfila una época. Ese camino es el de su viaje (Camagüey, La Habana, París); y es el camino del artista, el de un cubano en Europa, el camino de un hombre y de un tiempo complejos. Para seguir leyendo…
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