Los autos de fe de las mujeres buscan atizar la discordia y sembrar el odio, no ya de clase, sino de algo mucho más vulgar: de género. Son el instrumento bobo de la izquierda, tan fácil de utilizar, de mangonear, precisamente por tratarse del “elemento femenino”, justamente por tratarse en un tema ultrasensible que apela a los bajos instintos, a la chusmería del sexo. A la pornografía política. Para seguir leyendo…
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