En la Cuba de 1963, unas ediciones de novelas del realismo socialista soviético con portadas del expresionismo abstracto podrían considerarse como manifestaciones de infrapolítica: una resistencia, más bien inconsciente, contra una posible sovietización de la cultura. Un amplio sector de la población -incluidos tal vez los diseñadores de la Editorial Nacional de Cuba- parecía acoger dicha sovietización con simpatías, dejándose llevarpor el entusiasmo que suscitaba la Revolución, sin siquiera percatarse de la presencia cada vez más invasiva de producciones culturales provenientes de los países socialistas en la vida cotidiana. Para seguir leyendo…
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