Estos libros decepcionan un poco, nos parecen inferiores a sus autores. Después de La tarde de los sucesos definitivos y de La tribu, esperábamos más de Carlos Manuel Álvarez. Y más es también más páginas: la novela, como ha señalado Jorge Enrique Lage, “termina cuando pudiera seguir, o cuando apenas empieza”. La casa y la isla, por su parte, da la impresión contraria, como si le sobraran párrafos algo didácticos o documentales. Y ese registro coloquial o informal que a veces adopta la voz narrativa, ¿no resulta algo impostado, chirría? Es una novela excelente, pero inferior a Las bestias y a Río Quibú. No tan redonda como aquellas. Para seguir leyendo…
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