Los personajes son tan blanquinegrinos como la fotografía. La violencia social se muestra en unas manifestaciones estudiantiles, pero la familia las sufre solamente a nivel personal y lo sentimos a través de la visión de Cleo.Hay pequeñas cosas que no están a tono con el resto de la narración. La historia del drama personal de Cleo, que tiene un desenlace abrupto en la secuencia de la mueblería, huele un poco a telenovela barata, a pesar de que Cuarón lo trata con sobriedad y un mínimo de emocionalidad. El personaje del padre suena demasiado caricaturesco y no encaja bien tampoco en la narración. Para seguir leyendo…
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