No es sencillo desentrañar todas las causas de aquella hostilidad, pero es lógico que su originalidad y su ímpetu transgresor no fueran del gusto de las autoridades. Como tampoco los premios y todo el reconocimiento que comenzó a ganar, y aquel espíritu suyo tan poco dado a la servidumbre política. “También está que en Cuba hay mucho racismo”, señala Gretel (viuda del cineasta), “y ver a un hombre negro que se condujera con la espontaneidad, la soltura, el encanto masculino y la inteligencia que poseía él, resultaba insoportable para algunos. Era una persona extraordinariamente amable con las mujeres, lo que no es usual en Cuba. Muy considerado, muy adelantado incluso para esta época. Muy galante y agradable, de una gentileza y una nobleza con la mujer que yo nunca había visto”. Para seguir leyendo…
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