La estética barroca presente en Trans-Atlántico podría entenderse como una manera de volver legible una escritura heterodoxa como la gombrowicziana habida cuenta de que se trata de un rasgo universal que resulta importante en esas décadas a nivel continental. Sabemos que la literatura del autor de Cuentos Fríos (1956) está construida conforme a una poética alejada tanto del “realismo socialista como del modelo ‘barroco cubano’ al estilo de Lezama Lima o Carpentier” (Berti, 2001). No obstante, puede pensarse que las participaciones irregulares de Piñera en la revista Orígenes ―junto a su vínculo con estos escritores insulares― constituyen la vía de acceso que, ya en Buenos Aires, coloca a Gombrowicz en sintonía con la relevancia de la estética barroca durante este período. Para seguir leyendo…
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