La historia de la protagonista es un registro clínico de familia y sociedad. Las filias y fobias de una joven que en medio de la pérdida de su inocencia se autoasume como un engendro genético, víctima, además, del impacto de una familia disfuncional, fenómeno que se repite connatural al errático comportamiento de la nación cubana desde su surgimiento. Esta es una historia en la que verificamos que, cuando las lágrimas llegan al punto de no brotar, se hace más estremecedora. El texto de la Inguanzo es catártico de principio a fin. No hay dudas que se urdió como acto de sanación. Como exorcismo de un universo íntimo, cultura y pertenencia que inexorablemente tocaron como karma. Para seguir leyendo…
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