Una de las lecciones más mordaces sobre el Problema Internacional de lo Cheo la dieron hace algunos años los expatriados rusos Vitaly Komar y Alexander Melamid: si se trata de decidir qué estándares de gusto deben prevalecer en una sociedad democrática, se preguntaron, ¿por qué no recurrir a la mejor aproximación empírica de la “objetividad”: una votación popular? Para seguir leyendo…
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