He tratado de posicionarme desde lugares menos comunes y romper con el marco binario tradicional conformado por las narrativas anticomunistas y por aquellas que toman a Fidel Castro como un referente moral. Como categorías de identidad política, el anticastrismo y el castrismo se articularon en una unidad constitutiva de amor y de odio, retroalimentándose mutuamente. Creo que ese ha sido uno de los errores del exilio: no generar un relato histórico más allá del anticastrismo. Para seguir leyendo…
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