Lynn Cruz: ‘Ni tiempo para pedir auxilio’, un libro de Fausto Canel
Un cineasta cubano crítico y una estadounidense estudiante de Cine, viven un romance trágico en la Cuba de los convulsos años sesenta. Fausto Canel se incorporó al Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) durante su fundación. Responsable de filmes como El Final (1964), Desarraigo (1965), Papeles son Papeles (1966), abandonó el país en el año 1968.
Kelly, hija de un miembro del Partido Comunista en los Estados Unidos, y luchador de la guerra civil española, llegó a La Habana como parte de la primera delegación que se atrevió a viajar a la Isla. Hizo realidad el sueño que compartía con su padre, participar en la Revolución. A su regreso a los Estados Unidos el grupo enfrentó litigios con abogados. Les retiraron los pasaportes como castigo a la desobediencia.
Canel se encontraba realizando la preproducción de su filme Desarraigo, posteriormente premiado en el Festival de Cine de San Sebastián, convirtiéndose en la primera película cubana en obtener reconocimiento internacional fuera del antiguo campo socialista. Del Icaic lo llamaron para anunciarle que debía parar su plan de trabajo en la película, para presentar su documental Hemingway, a un grupo de estadounidenses. Esa tarde conoció a Kelly.
Lo que sucedió con Kelly no terminó aquella tarde, cambió la vida de Canel. Ni Tiempo Para Pedir Auxilio fue publicado en 1991 por Ediciones Universal. En Amazon solamente se están vendiendo copias de uso. El que quiera una copia nueva, tiene el privilegio de poder contactar a su autor por Messenger y este le puede enviar un ejemplar autografiado.
Con narración aparentemente sencilla, el relato logra convertir su literatura en una eficaz experiencia cinematográfica: “¡Este libro es un peligro! Si lees la primera página, ya no lo puedes soltar”, refiere el cineasta Néstor Almendros en la contraportada. Es un cuestionamiento de la conciencia de un artista crítico dentro de un sistema que prontamente comenzó a centrarse en la figura de un solo hombre: “Fidel Castro”.
La búsqueda del sueño de Kelly se torna en pesadilla. Dos contemporáneos, dos culturas, chocan entre sí. Sus interrogantes contrastan al mito que ya empezaba a ser la Revolución cubana, donde Canel, en sus paseos con Kelly por la ciudad, la desnuda del espejismo retórico.
[…] Fidel nunca comprendió que La Habana se había transformado en una importante ciudad de clase media… Y con La Habana, un buen número de capitales de provincia… como su desarrollo había ocurrido, en su mayor parte, bajo la dictadura de Batista, Fidel se negó a tenerlo en cuenta. Su error fue considerar a esta otra Cuba como su enemiga […].
Mientras lo lees la impotencia crece. El autor va del horror al absurdo, así que por momentos la historia resulta hilarante. La cárcel de conciencia fue el castigo a la duda. Canel fue secuestrado por la policía política mientras pasaba un fin de semana junto a Kelly, en el hotel Internacional, de Varadero; pasaron 10 años para que se reencontraran y pudieran esclarecer los hechos. Canel no aceptó el tono persuasivo de los funcionarios, para que abandonara a Kelly. ¿O amenazante?, pero la prohibición agudizó su sospecha. La Isla había quedado desconectada, había muy poca información respecto a lo que sucedía en el resto del mundo.
Las intenciones de esas acciones provocaban un apartheid, una alienación donde realidad y ficción comenzaban a ser la misma cosa ¿Por qué no querer un intercambio franco entre un cubano y una estadounidense?
La gira de Kelly terminó en una conga santiaguera protagonizada por una multitud de campesinos desplazados, pero que en la dramaturgia diseñada para los viajeros y para el pueblo, estaban siendo salvados por la Revolución, en medio de la lucha armada, que en oposición llevaban los campesinos dueños de sus tierras en El Escambray.
Recluirlo era la prueba tácita de la impotencia del poder, porque Canel no aceptó que noviar con una persona que entró al país de manera legal constituyera un delito. En aquel contexto, el contacto con los extranjeros representaba salir de la caverna de Platón. Iluminarse hundió al autor en la oscuridad penitenciaría y en su posterior exilio.
El paralelismo entre aquella Habana donde Canel soñaba con el cine, y el San Francisco de 1970, espacios donde transcurre la trama principal. Patty Hearst, el secuestro de un banco, las comunas hippies, donde Kelly perseveró en sostener las ideas colectivistas, y fracasó. El rechazo a un cineasta cubano exiliado, que en ese contexto era considerado un gusano, mientras se empeña en seguir haciendo cine.
Este libro además, ha devenido en documento histórico, respecto a las interioridades del ICAIC durante su fundación. Las intrigas y manejos políticos de su presidente Alfredo Guevara. Sorprendente su vigencia, recientemente en abril Canel trató de viajar a La Habana, y en el aeropuerto de Miami le comunicaron que su visa no era correcta, después de que sus trámites los realizara una agencia especializada en viajes a Cuba. Continúan los extraños equívocos contra los artistas críticos. Apuesto a que en caso de que Canel entrara una vez más a la isla, terminará en una nueva sala de interrogatorio, 60 años más tarde.
Publicación fuente ‘Havana Times’
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