Un grupo de funcionarios y artistas, nada pequeño, se ha dado a la tarea de acabar con todas las copias de la película cubana Evidentemente comieron chocolate suizo. No quieren que nadie la vea. No es conveniente. En los pasillos de la institución nadie se ha puesto de parte del artista, todos lo culpan, le llaman extravagante, soberbio, que si está influenciado por ideas extranjerizantes… No me asombra, pero que los artistas se presten para eso sí me sorprendió. Según Braulio Boca Chula existían en el país doce copias, nueve en La Habana, dos en Matanzas y una en Santiago que fue la primera que se quemó. Dice Braulio que entre el fuego y la aplanadora ya no queda ninguna. Para seguir leyendo…
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