Carlos Espinosa: Interviú a Pedro Marqués de Armas / Dime qué lees y te diré quién eres
Aunque es conocido por su faena literaria, Pedro Marqués de Armas (La Habana, 1965) se graduó de medicina por la Universidad de La Habana. Se especializó luego en psiquiatría, y en la actualidad trabaja como tal en Barcelona. Fue miembro del grupo de escritura alternativa Diáspora(s) y redactor de la revista independiente del mismo nombre. Es autor de los poemarios Los altos manicomios (1993), Cabezas (2002), Cabeças e outros poemas (2008) y Óbitos (2015); de los ensayos Fascículos sobre Lezama (1994), Ciencia y poder en Cuba. Racismo, homofobia, nación (2014) y Prosa de la nación. Ensayos de literatura cubana (2017); y de la novela La vida trunca del Coronel Felino (2016). En esta entrevista cuenta que le gusta leer libros impresos. Piensa que el e-book está bien para hacer búsquedas y leer pedacitos. Para leer, le da igual la hora; pero expresa que por cuestiones de trabajo lee mayormente de noche.
¿Qué tipo de lector(a) eras de pequeño? ¿Qué libros o autores de la infancia recuerdas?
Leía libros de historia de la pequeña biblioteca de mi padre, de autores como Levi Marrero y Fernando Portuondo, entre otros. Almanaques y Anuarios repletos de deliciosos datos estadísticos; por ejemplo, uno del diario El Mundo de 1922. Bien niño, cada viernes, los muñequitos que traía el Pionero en su última página: El llamado de la selva, Colmillo blanco, etc. Con menos cariño, porque no todo me gustaba, La Edad de Oro y Oros viejos. Novelas de aventura y luego policiacas. También poesía; recuerdo, entre los libros de mi padre, cosas como Las cien mejores poesías de la lengua castellana y una antología cubana de Rafael Esténger. Pero solo vine a leer de modo apremiante a partir de los 16 años.
¿Recuerdas el primer libro que leíste?
Cuentos de los hermanos Grimm. Me veo leyendo un libro color crema, en la sala de casa ante la maestra Isabelita, una mulata gorda que vivía en el Hotel Montserrate y que venía a menudo, pues mi madre le hacía sus enormes vestidos. Estimulaba que yo leyera de corrido y yo me estimulé bastante, una vez, al verla cuando se cambiaba de ropa.
¿Qué libros tienes actualmente en tu mesilla de noche?
El ruido del tiempo, de Julian Barnes; Diario Anónimo, de José A. Valente; Campos de Níjar y En los reinos de Taifa, de Goytisolo, y otros cuantos.
¿Qué te influye a la hora de escoger un libro? ¿El boca a oreja, las críticas, la opinión de un amigo de confianza?
El contagio alcanzó niveles pantagruélicos en los años ochenta. Se leía de todo, frenéticamente, y hasta algunos plomos de filosofía nos parecían entonces divertidas noveletas. Es lo que tiene el entusiasmo, y eso se agradece. El problema es que después hay que cribar. En medio aquello, había amigos bien orientados. Saqué mucho provecho –y aún saco– de la amistad con Rolando Sánchez Mejías. La lista de lo conocido a través de él sería interminable.
¿Qué libro se supone que debía gustarte, pero no te gustó? ¿Qué clásico o autor famoso detestas?
No hace mucho me aburrí soberanamente con Las olas de Virginia Woolf que, en cambio, me atrapó de joven. Igual me pasó con Rayuela. Lo mismo con los diarios de Musil. En poesía hace rato que gradué las gafas ¡Cavafis, y no Seferis! ¡Cernuda, y no Aleixandre! Esto en relación a mis gustos de entonces. Siempre Vallejo y Lezama, y cada vez más Girondo, León de Greiff, Martín Adán, Gorostiza, Novo, etc.
¿Recuerdas el último libro que abandonaste? ¿Qué te hace abandonar la lectura de un libro?
Un libro de poesía de Zagajewski; le di una segunda oportunidad, y nada. Probé con Cărtărescu, que tanto gusta ahora. En ambos hay algo falso, que se ve venir de lejos.
¿Qué libro te gustaría haber escrito?
Para no irme muy por encima, claro: La felicidad de los pececillos de Simon Leys.
¿Con qué personaje te gustaría tomar un café mañana?
Con Tota y Tabo. En casa de ellos.
¿Cuáles son los géneros que más te gusta leer? ¿Y cuáles intentas evitar?
Por temporadas, poesía. Y habitualmente en este orden: ensayo, crónicas y novelas. Cada vez menos historia, y de tanto en tanto algún clásico de psiquiatría. Evito leer artículos científicos.
¿Prefieres leer obras nuevas o releer?
Nunca tengo prisa con “obras nuevas”. Prefiero releer, que es mejor inversión. Hay muchas cosas viejas que es ahora que las estoy descubriendo, y uno debe saldar esas deudas, que siempre son enormes. Dicho esto sin caer en el delirio de Tántalo.
¿Cuándo y cómo te gusta leer? ¿Libro impreso o e-book? ¿Lees por la mañana o por la noche? ¿Un libro cada vez o varios de manera simultánea?
Impreso mejor; e-book está bien para hacer búsquedas y leer pedacitos. Me da igual la hora; pero por cuestiones de trabajo leo mayormente de noche. Siempre varios a la vez, pero sin pasarme. Suelo acabarlos.
¿Lees con música de fondo?
No.
¿Has robado libros alguna vez?
Tengo un largo historial.
¿Tienes algún héroe ficcional favorito? ¿Y antihéroe o villano?
Unos cuantos: Roithamer, Abraham Sonne, Svidrigailov, Bartleby, Renzi, Cualquier de los de Joseph Roth.
Si organizaras una cena literaria, ¿a qué tres escritores, vivos o muertos, invitarías?
A Lezama, Piñera y Sarduy. En definitiva uno se la pasa hablando con ellos. A Casal, no se me ocurriría; tiene sus riesgos. Deben ser gente de buen comer, de apetencias literarias resueltas. Yo haría de moderador, y el condimento lo pondría Dolores Labarcena que, dicho sea de paso, además de sarduyana de cierto nivel, es excelente cocinera.
¿Qué libros te gustaría ver adaptados al cine?
El negrero, de Novás Calvo.
Si hubiese un libro que ha hecho de ti quien eres hoy en día, ¿cuál sería?
¿Qué autor te gustaría que escribiese la historia de tu vida?
Ninguno; ya me gustaría que un libro me hubiera edificado. En cuanto a lo segundo, tal vez Almelio Calderón tendría algo que decir.
¿Hay escritores cubanos que no han sido traducidos tan internacionalmente como deberían? ¿Cuáles recomendarías?
Novás Calvo y Piñera deberían ser más conocidos. También Miguel de Marcos. Y poetas como José Kozer, Escobar y Juan Carlos Flores.
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