Leandro Feal intentó con el desaparecido Bar Roma, la misma relación que David LaChapelle con el Studio 54, cuatro décadas atrás: una intimidad sin prejuicios, casi patológica. Sin embargo, una razón diferencia el acercamiento de ambos fotógrafos: LaChapelle entra en las noches de aquel legendario sitio en la Calle 54, al Oeste de Manhattan, no en calidad de voyeur fotográfico –tenía apenas 16 años cuando llegó al Studio, y la fotografía para él no era sino otra ambición juvenil–, sino como un testigo pasivo, encargado de servir mesas y cobrar las generosas propinas que las celebrities le dispensaban. Para seguir leyendo…
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