Desde su despegue va a estar dispuesto a adueñarse de elementos de la propia Historia del arte, quedando sujeto al mundo de múltiples licencias de las actuales artes visuales, donde han dejado de existir cualquier tipo de barreras, viendo reflejarse en sus transparentes vidrieras –igual a las del tango Cambalache- contenidos y maneras de hacer, inherentes al cómic y al diseño gráfico, y otras que en adelante lo seducirán, como el neoclasicismo adjunto al posmodernismo. Sin contar que desde los días de Puré, Ciro arrastra una enriquecedora y obsesionante propensión al barroquismo, unida a su fetichismo por la imagen y los signos, con los que realiza -sin avergonzarse de las mezclas-, verdaderos aquelarres. Para seguir leyendo…
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