Entre el Cabrera Infante revolucionario de 1959 y el Cabrera Infante anticastrista de 1967 hasta su muerte hay una constante: el rechazo a dictadores de derecha o izquierda como Mussolini, Hitler, Franco, Stalin y Mao. Antifascismo y antiestalinismo están en el trasfondo doctrinal y ético del gran escritor cubano. Un trasfondo que cuando opta por la geografía, antes que por la historia, no es por anexionismo, como lee Prieto, sino por patriotismo habanero o radical habanerismo. Cuando Cabrera Infante decía preferir la eternidad de la geografía a la historia efímera no hacía más que profesar amor a La Habana. Su cubanía tuvo la lucidez de vislumbrar esa Habana eterna que ya sobrevive a Fidel Castro. Para seguir leyendo…
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