Quizá el punto más trágico, en términos de alimentación, llegaría cuando no pocos cubanos decidieron cazar y alimentarse de gatos. Lo que un principio se había tomado como inimaginable, como un rumor, terminaría siendo práctica común a lo largo de la isla y en un acuerdo tácito entre la población, desesperada en llevar a la mesa algo de comida. Para seguir leyendo…
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