Jacques Henric: Interviú a Severo Sarduy / La luz y el excremento
En el caso del libro que ahora escribo, el barroco es un barroco que yo llamaría “enderezado”. Me gusta esa palabra: enderezado significa que el libro es más leíble, más dibujado, más hard edge, con contornos nítidos, mucho más fuertes; un libro menos gongorino, menos lezamiano, más caravaggesco, menos borrominiano. “Enderezado”, por un cambio que percibí en mí hace muy poco. El barroco –en su mezcla más sombría, en el barroco funerario que puede verse, por ejemplo, en muchos cementerios de Nápoles– implica una euforia. Una euforia formal. En el barroco el significante está siempre erecto, siempre excitado, incluso en el barroco funerario. Para seguir leyendo…
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