La película no funciona ni como drama familiar, ni como drama personal, ni como critica política. Un par de veces dejan caer alguna frase o imagen que pudiera disgustar levemente a algún funcionario cubano, pero como contaron con el apoyo del ICAIC, tuvieron quizá que ceder y el balance es favorable ya que la argentina le explica a Malin que fue a Cuba “porque Videla era un hijo de puta y Cuba tiene uno de los mejores sistemas médicos del mundo”, y al final se nos informa que el programa de atención médica a los niños de Chernóbil continuó hasta 2011 a pesar de que la Unión Soviética ya había desaparecido y los rusos no pagaban nada. ¡Ah la bondad castrista! Para seguir leyendo…
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