Soy un muñeco tomando ron y pensando en los chicharrones. El chicharrón balbucea un apático lamento de fin de año. El chicharrón no se queja, nunca lo ha hecho, se conforma con sonar crackcrack para rematar el hambre. Soy un chicharrón lleno de baba, duro, imposible de masticar o tragar, que piensa en los fractales y en el bullicio de Centro Habana. Soy el residuo del chicharrón. Soy el sueño ártico del chicharrón. Soy el muñeco, sobre todo, el muñeco. Para seguir leyendo…
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