Birkenmaier también ha vuelto a las primeras ediciones, por ejemplo, la de ¡Écue-Yamba-Ó!, que incluye una serie de fotos sobre ritos afrocubanos. Sus comentarios sobre estas ilustraciones bastante «surrealistas» y no siempre muy vinculadas a la narración, son sumamente acertadas para probar la problemática posición de Carpentier como etnógrafo. Birkenmaier arguye que en este texto el autor remeda y critica a la vez la etnografía. Observa y exhibe al otro a la manera de Ortiz. Defiende la causa afrocubana a la vez que da muestras de racismo, sobre todo en la descripción del protagonista negro, Menegildo, muy estereotipadamente potente, dado a la magia y rebelde. Para seguir leyendo…
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