En su libro Televisión ¿Ángel o Demonio?, Josefa Bracero expone cómo en el primer y segundo año de la Revolución se fueron interviniendo de manera paulatina todos los canales de televisión tanto de alcance local como nacional. La primera tele-emisora en caer en manos del Estado a mediados de 1959 fue el Canal 12, de Gaspar Pumarejo, pero este tenía una audiencia limitada y resultaba insuficiente para los planes del Gobierno, por lo cual el golpe siguiente fue Telemundo, Canal 2 y Canal 10 en febrero de 1960 —propiedad de Amadeo Barletta y de alcance nacional. El objetivo de esta confiscación estaba claro: arrebatarle a Barletta su imperio mediático y contar con un canal nacional para difundir las directrices oficiales. Para seguir leyendo…
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