Hay astucias deliciosas en el juego doble con lo prohibido, como la canción de Pedro Luis Ferrer que dice: “Fidel tiene cosas buenas”. Otros artistas han incorporado la protección frente a la censura como parte estructural de sus propios discursos críticos. El caso más conocido es el de Fernando Rodríguez, que se vale de un heterónimo, el carbonero Fernando de la Cal, un pintor primitivo que quedó ciego a inicios de los sesenta. Este personaje de ficción supuestamente le dicta ahora cuadros con una visión tan utópica que devienen sarcasmos frente a la realidad imperante, aunque a la vez expresan la compleja trama de sentimientos y experiencias de un pueblo que soñó la utopía. Para seguir leyendo…
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